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martes, 7 de junio de 2011

TRES HISTORIAS ANALFABETAS ( III )





... Trabajaba de comercia; toda la puta semana de hotel en hotel, compartiendo únicamente con los compañeros de trabajo historias del día a día. Unos tenían más suerte que otros con el tema de las ventas, pero en el tema del amor...  mejor no hablemos. En casa esperaban. Desconocía si con anhelo o sin el porque ya no me interesaba; quizás nunca me había interesado aunque jamás di señales ni de lo uno ni de lo otro. Ni en publico ni en privado, hay que mostrarse y mucho menos lo que se lleva dentro.
Aquella noche, estaba algo "nublada"; no se lo que pasaba por mi cabeza. Nos reunimos todos los compañeros a la hora de cenar para conversar y ver como había transcurrido la jornada. Uno de ellos era amigo de la casa y además nuevo. Venía a aprender el oficio. Le miré en varias ocasiones, con buenos ojos. Se hacía de notar. Es el típico graciosillo que con un par de chorradas hace sonreír a todo el mundo. Eso es lo que necesitabamos sin duda. Reír y reír, y a veces hasta sonreír picaramente.
Ya cuando nos despedimos y cada uno se fue a su habitación, aquella mente nublada, empezó a convertirse en un inicio de tormenta. Busco su mejor picardía (el único que llevaba); se lo puso con todo cuidado; se miro en el espejo de la alcoba con esa mirada mitad picara, mitad viciosa y sin pensarlo dos veces salio de la habitación en busca de... no se sabe que.
Cuando llamo a la puerta de la habitación de al lado y se abrió la puerta... solo ellos saben lo que paso por cada una de sus cabezas...


             (M.S.   fragmento de "Un viaje a ningún lugar",   2010)

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