Quisiera recordar cada uno de los momentos vividos que, a estas alturas han sido muchos y también no olvidarlos jamás. Seguir el camino que en algún momento mi destino me marcó y que hoy acepto y camino paso a paso. Contenta, ¿por qué no? para continuar fielmente con todo lo que se me ponga por delante pero ahora, desde la tranquilidad. Nada me debe afectar en mi futuro ya que en mi pasado ya me afectó bastante.
Durante estos últimos años he vivido intensamente, al menos eso siento, proyectos propios y ajenos, y ambos me han regalado muchas alegrías y algunos momentos un poco desagradables que acepto con serenidad. No pido mucho para los años venideros, tan solo que pasen hasta que me toque y que me sigan enseñando a superar cada momento vengan de donde vengan de la mejor manera posible.
Ya no puedo fantasear del mismo modo que lo hacía antes. El paso del tiempo te quema inevitablemente, pero aun me queda algún sueño por cumplir o al menos por intentar cumplir. Aun hay tiempo para soñar.
Lo que ya no me queda es tiempo para ser robado por estupideces, por desaires no merecidos, por silencios vacíos de sentido que lo único que pretenden es confundirme. Me siento libre para renunciar a lo que no me gusta, para despojarme de mentiras que jamás, por mucho que pretendamos, se convertirán en verdad, ni en la tuya ni en la mía.
A veces me siento mirando hacia la montaña, unas vistas en exclusiva para mi, y dejo que mi imaginación vuele muy lejos en busca de todos aquellos sueños que deje atrás para recuperarlos y vivirlos. Siento que me elevo, que floto que me veo a mi misma corrigiendo todos los errores que cometí, a veces a conciencia y otras veces equivocada y los resuelvo todos. ¡Que fácil! y que difícil en la realidad pero bonito. Cuando dejo de imaginar me reconforta pensar que estoy en paz, y ese, no nos equivoquemos, es el mejor estado del ser humano.
Nadie puede estar en nuestro lugar porque no ha vivido ni sentido nuestra vida en cada momento, pero la empatía se creo para ponernos en el lugar del otro y saber perdonar aquellos momentos en los que hemos herido o nos han herido. Es mucho más difícil perdonarnos a nosotras mismas que a las demás.
Si pudiera contarte todo lo que siento por dentro, todo lo que quiere fluir, todo lo que han cambiado las cosas, seguramente no me creerías...¡Todo esta bien! Sin querer me doy cuenta que soy feliz, he sido feliz y seguramente seré feliz.
