Os explico. Después de siete años de ir de camping, auténtico, con tienda de campaña, mesa y sillas súper incómodas, sin luz (velas e incienso) y cocinando con el camping gas, volvemos a salir del mismo modo, con unas faltas garrafales después de estar casi viviendo seis años en un camping.
¿No hemos aprendido nada o es que hemos perdido la memoria?
El ir de camping es un lujo. La gente se extraña que puedas sobrevivir con lo básico y si se puede. Lo importante es ver las cosas desde otra perspectiva, desde la distancia, en blanco y con la visión desde ese ojo que tenemos entre ceja y ceja y que no queremos reconocer que es el que guía a nuestro corazón. ¡Que difícil, ¿eh?!
Todo se resume en que el mundo gira y con cada giro, cambia. Por eso nada de lo que hacemos ahora tiene el sentido o valor de lo que era antes.
Hay algo que nunca cambia y es mi chaqueta roja de fortuna, mi vela en la oscuridad de la noche, mirar a las estrellas mientras bebo una bebida espirituosas (mistela en este caso) y sobre todo me olvido de todo y me siento feliz.
En resumen, no puedes controlar lo que sucede a tu alrededor, a veces ni siquiera tu propia vida pero si puedes buscar aquello que te acerca más a un estado de extasis interior.
