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martes, 21 de febrero de 2017

EL TIEMPO MUERTO




Me remito al tiempo, a ese tiempo muerto, un tiempo que quedó en suspenso por la armonía de los latidos del corazón, de dos corazones. Es mucho el tiempo pasado, mucho el tiempo vivido, mucho el tiempo que no morirá en el olvido.
La vida misma se merece ser recordada, ser una historia, un libro, que nunca, nunca se perderá por rencillas y torpes maniobras con capacidad nefasta para herir.
Gentes absurdas que se creen con poder de interferir, cuando tú y yo nos reímos en silencio por su torpe pretensión. No nos conocen. Jamás, ¡lo sabemos!, podrán inmiscuirse entre lo tuyo y lo mío. Está a buen recaudo y podrán decir mil barbaridades pero al final, el libro estará escrito.
Demosles alas para su propia precipitación al vacío. No saben, no entienden que donde hubo, seguirá viva la llama del destino.
Mientras tanto, riamos a hurtadillas y demosnos el gusto de disfrutar de un tiempo que pretende distraer sus delirios de grandeza y falsa sabiduría.

Por todos aquellos que creen saber, que se creen con el poder de querer decidir sobre los sentimientos de los demás y están a años luz de poder hacerlo. Por esas ratas que vulneran la honorabilidad de los que les rodean con la idea de un conocimiento del bien y del mal propio y exclusivo, que tan solo se ajusta a su criterio, y no a una normalización moral, cuando sus vidas, rastreras e inmundas, dependen únicamente de criticar por criticar.  Por la honestidad del querer, por tu vida y la mía, por esos años que son y serán signo de alegría. Por ese "¡qué dirán¡" los que se irritan por controlar y creer que se les envidia.
Me da igual, pasará lo que tenga que pasar y aquí está la dicha de nuestro camino.
Sonriamos, amiga mía, que queda tiempo muerto para decidir lo que queramos el resto de nuestras vidas.

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