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viernes, 21 de octubre de 2016

CON OTRA MIRADA







Después de esa introducción en esa Valencia en plena guerra civil de la mano de Mila Martínez con su novela "Mis noches en el Ideal Room" y la presentación tan esmerada de María José Garrido, he querido ir un paso más allá y preguntarme qué es lo que cambia entre una imagen y otra. ¿El color?
A través de los recuerdos de mi padre, enfermo de alzheimer, y las vivencias de aquel chaval de unos diez años, intento averiguar si realmente lo único que separa estas fotografías es el color o hay algo más dentro de nosotros que también se ha transformado.
Fui con suma delicadeza entablando con miedo la conversación sobre este tema tan peliagudo que muchos no quieren reconocer como parte de nuestra historia, pero que lamentablemente, tenemos que asumir. Mi padre siempre ha sido un gran lector y posee una biblioteca envidia de cualquiera. Aprovechando su afición le pregunté (por sacar el tema y ver como reaccionaba), si tenía algún libro que tratara de la guerra civil.
Mi sorpresa fue su respuesta:

       "Seguro que tengo más de uno, pero no sé dónde están. Pero sí puedo contarte lo que recuerdo de aquella época"

Sus ojos empezaron a brillar y aprovecho para dejarle hablar y yo escuchar atentamente.

     "Mi padre era ferroviario y toda la familia vivía por la zona de alrededor de la estación. Unos abuelos por el principio y otros abuelos hacía más a las afueras y nosotros tirando más a la Gran Vía. Mi hermano y yo íbamos a la escuela y al salir, siempre nos acercábamos a ver a unos abuelos o a otros. Jugábamos con los amigos por toda esa zona, por las vías, por los trenes..."

Parón, brillo en los ojos y sonrisa pícara.

      "...Venían trenes cargados con soldados rusos (?), que no dejaban bajar de los vagones ni siquiera para mear...Tenían un orificio y por ahí hacían sus cosas... nos llamaban y a cambio de algún regalo o alguna moneda, les acercábamos vino o cosas que nos pedían. Mis abuelos tenían una tienda por la zona donde vendían alpargatas, ropa, para comer o asearse y aprovechábamos para coger cosas.
...A veces sonaban las sirenas y corriendo nos íbamos al refugio más cercano. Otras veces no nos daba tiempo y nos refugiábamos en casa de los abuelos. Cuando salias a la calle todo era polvo, piedras, gritos, lloros...asustados, corriendo, nos íbamos a casa, con mucho miedo.
Nos bombardeaban los aviones pero también los barcos desde el puerto..."

Otro parón y más brillo en sus ojos.

     "...Un día estábamos jugando por la calle y sonaron las sirenas. Mi hermano y yo nos fuimos corriendo a casa de los abuelos más cercanos. Cuando paso el bombardeo y pudimos salir...uno de los amigos estaba muerto en el suelo... Me acordaré siempre...nunca me olvidaré..."

Quizás no sea bueno remover, pero es necesario empezar a ver las cosas con otra mirada, no de culpa, si no con la mirada de un niño y aquellos recuerdos que jamás olvidará, y comprender así que si hace ochenta años no fue justo tanto sufrimiento, tampoco es justo el sufrimiento de tanta y tanta gente que sigue en guerra, el sufrimiento de los niños, de los refugiados que no saben a dónde dirigirse, de millones de pérdidas.
Las imágenes de Alepo, ¿a caso se diferencian mucho de nuestra guerra civil?
Mirando nuestra historia, hagamos que las actuales fotografías no nos dejen indiferentes.
Son las mismas historias, las mismas frustraciones y el mismo sufrimiento. ¿Vamos a seguir deshumanizados?

Mejor aprendamos a ver con otra mirada...

       

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