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viernes, 3 de mayo de 2013

CON LA EDAD




Pensé que al cumplir años y hacerme mayor, todo cambiaría. ¡Ilusa de mi! Soy muy crédula. Sigo siendo la misma de ayer, que hace una semana o que hace un mes. Sigo pensando lo mismo.
Mientras unos se apoyan y pisotean los sentimientos de "los que creemos" aniquilando de un plumazo cualquiera de los valores que nos hacían ser libres y fuertes, otros se acomplejan porque llega la vejez y ya no les queda nada. Ni material ni inmaterial. Casi, casi ya ni les quedan los recuerdos que quizás sea lo que en estos tiempos te hacen más humano.

Ya no quiero pensar que el amor une. No quiero pensar que la amistad es un valor y que los amigos están ahí para apoyarte y ayudarte cuando lo necesitas.
No es posible que la familia este convertida en un paradigma del viejo mundo y en este, el nuevo, ya no exista.
La edad me ha proporcionado eso que se hace llamar tranquilidad y que no afecta al estado de tus nervios (ya no tienes). Ves normal que todo se aleje, que exista la distancia y que ello suponga un efecto positivo en el estado de ánimo. "Quizás ahora es mejor las cosas en la distancia".
Y es ahora cuando te sientes joven y con ganas de vivir  y jugar en esa ruleta rusa que es la vida de los sentimientos. ¡Ahora, justo ahora!

Unos y otros me dan por saco. Con la edad y la serenidad que ello conlleva, paso de los que creemos, de los libres y fuertes, de lo material e inmaterial, y me doy cuenta que lo que más me importa con la edad, es la distancia y sus recuerdos.

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