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lunes, 6 de marzo de 2017

SIETE DE MARZO




Desconozco el detalle de si hacía buen o mal tiempo, pero después de una mañana pesada, con enormes ganas de salir, empecé a moverme y enrollarme en mi propio cordón umbilical. Los partos entonces no eran como ahora tan programados, controlados a cada instante. Iba a nacer en mi propia casa, en la cama de mis padres y con el médico de casa, el de toda la vida.
Sobre las cuatro de la tarde decidí salir con ese pequeño problemilla enrollado en mi cuello, medio ahogada y casi muerta. Esto me lo han contado, así como que me dieron un montón de palmaditas en el culo para hacerme reaccionar. Me considero una "superviviente" aunque no siempre ha sido así.
Siempre ha sido una lacra, unos pensamientos oscuros. Cuando algo me salía mal utilizaba mi traumático nacimiento..."y es que me tenía que haber muerto entonces". ¡¡Madre mía cuantas veces lo he utilizado!!
Supongo que sería como todos los niños que nacen, ni guapos ni feos pero preciosos para sus padres. No dudo que me querían. Estoy segura de ello.
Crecí siendo una cría muy modosita, calladita, nada conflictiva, hasta que la adolescencia me transformo en una rebelde "con causa" en busca de mi propia identidad que por aquel entonces no había forma de encontrarla.
Cuando al fin la encontré mi vida ya estaba encauzada y conseguí olvidar aquel momento de mi nacimiento que me había causado dolor. Ahora dolían otras cosas, otros sentimientos, otras mentiras e incluso otras vanidades.
Cincuenta y siete años después, otro siete de marzo me preguntó por mi vida y solo puedo decir que lo he conseguido, que soy feliz y que me alegro profundamente de todo lo que he vivido ya que es, justamente, lo que me hace sentir la persona superviviente y con ganas de seguir.
Feliz cumpleaños, Maria José, Maco para los amigos.

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