La palabra, ya no es palabra. Los compromisos se los lleva el tiempo, ese que es indiferente, y el control, el "apego" y "la justicia social, personal" ya no tienen sentido.
Este año de puta panademia nos ha jódido la vida a todos.
Las sensaciones han cambiado. Ya no nos importa nada, ni si quiera estar a gusto en el paraíso. Me parece todo tan falso, tan contradictorio.
Tengo que confesar que hoy creo en muy poquitas cosas y en muy poquita gente.
Doy tiempo, dejo hacer pero admito que solo doy dos oportunidades no como antes que daba tres. Quien dejé de importarme, dejará de importarme para el resto de mis días, y si me la juegas en cualquier faceta de mi vida, voy a sacar a la leona que llevo dentro y me defenderé con uñas y dientes hasta el final porque ya no tengo nada que perder.
Ante cualquier agresión, sea del tipo que sea, mi voz se escuchará en todo el universo y si tengo que gritar o encadenar en la puerta de un ayuntamiento para que se me oiga, lo haré.
¡Cuidado soy mujer, lesbiana, roja y mayor!